Un vehículo híbrido está equipado con dos motores, uno de combustión interna (ICE) y un motor eléctrico que también actúa como generador. En un momento dado, el movimiento transmitido a las ruedas puede proceder de cada uno de estos motores por separado o de ambos trabajando conjuntamente. En este post vamos a ver las ventajas de los dos sistemas de híbridos más habituales. Si te interesa este tema, no olvides leer también este post en el que te hablamos de la tecnología de electrificación según Schaeffler.
Sistemas híbridos
En el caso de los propulsores híbridos más extendidos, el motor eléctrico tiene la misión de complementar la función del ICE. Esto ocurre a velocidades de funcionamiento y en situaciones en las que el motor de combustión interna es menos eficiente, es decir, a bajas revoluciones y velocidades, por ejemplo, al arrancar y al conducir a velocidades de crucero, es decir, con poca aceleración y en terreno llano. En estas situaciones, el sistema utiliza más a menudo el motor eléctrico que, gracias a su elevado par a bajas revoluciones, puede mover el vehículo sin la ayuda del ICE, que incluso puede ser desconectado por la gestión del sistema durante algunos periodos.
Un sistema como éste se denomina híbrido en paralelo e incluye también una batería que se carga con el generador, activada esencialmente durante el frenado y la deceleración por la inercia del propio vehículo. Esto se denomina fase de regeneración. En algunos casos, cuando la regeneración no es suficiente para cargar la batería hasta un nivel mínimo, el sistema puede utilizar el ICE para accionar directamente el generador y así poner algo de energía en la batería. Suele estar alojado bajo el asiento trasero o bajo el suelo del maletero.
Un sistema híbrido enchufable
En el caso de los híbridos enchufables, la gran diferencia está en el tamaño y la capacidad de almacenamiento de la batería, que es varias veces mayor. Además, la batería puede cargarse desde el exterior, mediante un cable conectado a una toma de corriente doméstica o a un cargador. De este modo, el vehículo híbrido enchufable puede recorrer varios kilómetros seguidos sólo con el motor eléctrico, sin la intervención del motor de combustión interna. Esta autonomía en modo eléctrico permite utilizar el vehículo como vehículo eléctrico puro durante varias decenas de kilómetros.

El sistema enchufable sigue utilizando la función de regeneración de energía durante el frenado y la desaceleración para cargar parte de la batería. También se puede utilizar en modo híbrido paralelo, con la contribución de ambos motores, en cuyo caso el motor de combustión interna sólo se enciende cuando el motor eléctrico no es eficiente, por ejemplo, en subidas pronunciadas o cuando se acelera mucho.
Algunos sistemas híbridos enchufables tienen dos funciones adicionales. Uno de ellos es un «modo de ahorro» que el conductor puede activar. En este caso, la carga de la batería no se utiliza, sino que se guarda para un uso posterior, por ejemplo en las zonas de tráfico reservadas a los vehículos de cero emisiones. La otra función es la de «carga», que también puede ser activada por el conductor, y en la que el sistema utiliza la potencia del motor ICE para activar el generador y cargar la batería en movimiento. Se trata de un modo menos eficiente, que aumenta el consumo de los motores diesel, pero puede ser útil si el conductor necesita conducir en una zona limitada a los vehículos de cero emisiones y no tiene otra forma de cargar la batería.
¿Cuál es la mejor opción?

Entonces, ¿cuál es la mejor solución, un híbrido o un híbrido enchufable? La respuesta no es sencilla y depende de varios factores, esencialmente ligados al tipo de uso que tendrá el vehículo y a las infraestructuras de carga de la batería que estén a disposición del usuario.
En los casos en los que el usuario tiene fácil acceso a un cargador o a una toma de corriente, preferiblemente en casa o en el trabajo, la opción híbrida enchufable es la más eficiente, ya que permitirá utilizar el vehículo en modo eléctrico puro con más frecuencia, ahorrando en costes de combustible. Dependiendo de las distancias que recorras, podrías incluso hacer todos tus desplazamientos diarios en modo eléctrico y utilizar el modo híbrido sólo para los viajes más largos. Por supuesto, siempre puedes utilizar un híbrido enchufable sin cargar la batería, pero estarás desperdiciando el potencial de ahorro del sistema.
Para quienes no tengan fácil acceso a un enchufe doméstico por la noche o a un cargador durante el día, el híbrido normal será la opción más adecuada, ya que la batería no es recargable desde el exterior. No obstante, mantiene un nivel de consumo inferior al de un vehículo convencional sin ningún sistema híbrido. Los mejores híbridos de este tipo ya alcanzan el mismo nivel de consumo o incluso mejor que los motores diésel comparables.
(fotos: Toyota)